EL POST DE UN GRAN AMIGO

A continuación me complace publicar un post, que me ha enviado un gran amigo nuestro, y que es todo un escrito de amor hacia su perrito, que como dice Khira los animales son ángeles sin alas que también están a a nuestro alrededor.

EL LEGADO DE MI PERRITO “NUBBINS”

Me acerco al entrañable blog de mi vieja amiga “Deportista”, porque me apetece publicar en él una experiencia personal.

En un viaje a Lourdes, en Octubre de 2011, nuestra amada “brujita” Khira me transmitió un mensaje del Maestro en el que le decía que mi perro estaba enfermo y que se iba a ir muy pronto con él; pero que iba a ser mi guía desde el Más Allá; que lo cuidara hasta su muerte. Además, me indicaba que yo iba a tener cambios en mi vida; que los aceptara. Me dejó perplejo el hecho de que el Maestro se fijara en mi perro. Él era un cairn terrier, muy alegre, como corresponde a su número 3, ya que nació el 5/4/2001, y que se llamaba “Nubbins”. Pasaba el tiempo y el vaticinio no se cumplía y, finalmente, ha fallecido el pasado día 17 de diciembre. En esta última fase de su vida he comprendido todo y las cosas me han cuadrado por completo. Estos dos años de “prórroga”, con relación a la previsión inicial, han servido para que el perro pudiera dictarme sus lecciones magistrales y yo pudiera realizar mi aprendizaje. Han sido los años más complicados para su manejo, imponiendo muchas limitaciones a mi vida y con situaciones que me llegaban a exasperar, motivadas por enfermedades, manías, achaques de vejez,  etc.

Un buen día comprendí que el perro me estaba indicando que yo debía trabajar una asignatura pendiente de mi vida: la paciencia. Entonces, cambié mi mentalidad y comprendí que las circunstancias que rodeaban a mi perro me ofrecían la oportunidad de que yo trabajase este tema. Poco a poco, fui haciendo acopio de grandes dosis de paciencia, aceptando de buen grado cualquier trance. Últimamente, la situación se había agravado más aún, hasta el punto de llegar a sufrir algún mordisco; pero mi paciencia ya se había consolidado y aguantaba todo sin alterarme. Entonces, me dirigí a mis colegas del Más Allá para decirles que yo no tenía inconveniente en seguir soportando todo lo que me viniera, pero estimaba que ya había hecho méritos suficientes para aprobar la asignatura. Tras formular este pensamiento, el perro enfermó, de repente, y murió en el plazo de una semana. Enseguida comprendí que, como ya había aprendido mi lección, habían decidido liberarme de tener que atender al perro, a diario, para que pudiera dedicar ese tiempo a otros menesteres. En esa semana de agonía me ha impartido otro curso acelerado. Renuncié a practicarle la eutanasia y derramé sobre él cariño y sensibilidad y le di mucho reiki, que le servía de sedante y que me facilitaba una comunicación muy intensa con su cuerpo energético. Ha sido una lección práctica sobre el proceso de la muerte, durante el cual he podido repasar todas las causalidades que han jalonado nuestra vida en común (uña y carne) durante casi trece años, empezando porque yo jamás pensé tener un perro. Finalmente, murió en mis brazos y, cuando exhaló el último suspiro, mi mujer, situada detrás de mí, pudo ver como su espíritu abandonaba su cuerpo, ya que salió de él una esfera amarillenta que se esfumó por el pasillo de mi casa, libre ya de la atadura material, en una demostración práctica de lo que decía Apolonio de Tiana hace dos mil años: “El pasaje de la esencia a la sustancia es lo que se llama nacer y, por el contrario, lo que se llama morir es el pasaje de la sustancia a la esencia”. La muerte es volver a ser energía, el pasaje a otra dimensión. Fue una oportunidad única para percibir un primer plano de las polaridades integradas en la Tierra: vida y muerte, materia y espíritu. Vislumbré la muerte como la desactivación del cuerpo energético, como descarte del cuerpo biológico, un cuerpo físico de usar y tirar; quedando una materia orgánica desechable; siendo irrelevante la forma de ser enterrada.

Con la muerte, surge otra nueva lección, el desapego. Experimentando la separación de un ser muy querido, debe resultar mucho más fácil desprenderse de otros apegos, más simples, a valores materiales perecederos.

Recapitulando, también percibí la importancia de vivir en el “aquí y ahora”, en el presente continuo, ya que fui consciente de que no le dediqué suficiente tiempo que podía haber destinado a darle una “educación canina” más solvente, a enseñarle más cosas, a jugar con él, etc. y que podía haber aprovechado para disfrutar de esos momentos yo también.

Estaba destinado a ocupar un lugar importante en mi vida y le quedo muy agradecido. Ahora ha dejado un hueco en mi entorno energético y me encuentro como amo sin perro; aunque espero que, a partir de ahora, investido como guía ubicado en otras dimensiones, me ayude a llevar a cabo la segunda parte del mensaje del Maestro a Khira y propicie en mí cambios saludables, proporcionándome coraje y energía para llevarlos a cabo y, como decía el pensador, dándome ojos nuevos para cosas viejas. Para empezar, desearía instalarme en el presente continuo y usar adecuadamente la energía del tiempo con ocupaciones productivas y saludables.

Como colofón a este pequeño tributo que le rindo, aprovechando la hospitalidad del blog de “Deportista”, no se me ocurre mejor despedida que la que le dedicó una chica con síndrome de Down, que lo quería mucho, cuando se enteró de que ya no iba a volver a verlo: “Hasta siempre, Nubbins. Espérame en el Cielo que ya iré yo”.

Un viejo amigo de Deportista.